viernes, 2 de enero de 2015

De vuelta a tu amor........... Gabriel y Melisa




Melisa… pronunció su nombre solemne. ¿Sabría ella el significado de su nombre? Demás que sí. Poco a poco le dio la vuelta y le susurró en su oído:
—Quiero saber si le haces justicia a tu nombre —y con lentitud deliberada bajó sus labios, pero ella en un gesto reflejo le cicateó la boca y eso despertó un anheló en él que no pudo soslayar. Le fijó la mandíbula con sus dedos y con la otra mano apresó la cintura y la besó.
Fue un beso largo y profundo. Con el ánimo desbocado introdujo su lengua y recorrió los rincones de su boca, explorando y adueñándose de todo lo que descubría e incapaz de disminuir el arrebato que lo subyugaba. Fue como empaparse del agua de la playa en la que habían estado en la tarde: agradable, tibia, tropical. Sus sabias embestidas no le daban tregua. Gabriel deseaba morder, saborear, quedarse en su boca para siempre. “¡Qué suave es!” pensaba en medio del frenesí “Si, es la boca más dulce que he besado”. Se perdió totalmente en ese beso. Su sabor e intensidad lo tenía en llamas. Apenas podía respirar. Por primera vez en muchos años, sentía las rodillas débiles ante una mujer.
Cuando finalizó el beso, le sonrió.
—Sí, Melisa, le haces justicia a tu nombre. Eres pura miel, suave y dulce. Podría besarte toda la noche.

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